Budismo
El Budismo es el estudio y la práctica del Dharma, las enseñanzas que el buda histórico Sakyamuni dio a los seres para que pudieran reconocer la naturaleza de su mente.
Durante 45 años el buda histórico Sakyamuni, enseñó distintos métodos a las personas que se acercaron a él de acuerdo con las necesidades y capacidades de éstas. Después de su muerte, sus estudiantes recopilaron las diferentes enseñanzas, las cuales dieron origen a distintas escuelas o linajes budistas que se esparcieron por Asia y, en los años setenta, llegaron a Occidente. Cuando las personas le preguntaban al Buda por qué enseñaba, él respondía: “Enseño porque todos los seres buscan la felicidad y tratan de evitar el sufrimiento. Enseño las cosas como son”. Tanto la palabra sánscrita dharma como el término tibetano chö que se utilizan para referirse a las enseñanzas budistas, significan “las cosas como son”.
El Buda no es un dios, sino un maestro, un ejemplo, un protector y un amigo; es el reflejo del potencial de nuestra propia mente.
Sus métodos muestran claramente un camino a través del cual las personas pueden evitar el sufrimiento de manera conciente y lograr un estado mental de gran gozo y, al mismo tiempo, ayudar a otros a liberarse y a alcanzar la completa iluminación. Las últimas palabras que pronunció el Buda describen la madurez y la responsabilidad que los seres deben tomar por su propio desarrollo. Dijo: “No crean en mis palabras sólo porque un Buda se las haya dicho, examínenlas ustedes mismos, sean la luz de su propio camino”.
Introducción al Budismo
Las posibilidades de enseñanza que tuvo el Buda hace 2450 años fueron únicas: vivió en la floreciente cultura del norte de la India de entonces, y estuvo rodeado de discípulos muy talentosos. Así, después de su iluminación pudo mostrar el camino hacia el completo desarrollo de la mente por 45 años, lo que es también la causa de que sus métodos sean tan variados. El Kanjur, la recopilación de las propias palabras del Buda escritas después de su muerte, consta de 108 extensos tomos que contienen 84.000 explicaciones de gran utilidad. Los comentarios posteriores de sus discípulos fueron transmitidos mediante una colección de 254 libros adicionales, igualmente gruesos llamada, Tenjur. De ahí que sean comprensibles las últimas palabras del Buda antes de dejar su cuerpo, a la edad de 80 años: “Puedo morir feliz. No conservo ni una sola enseñanza empuñada en mi mano. Todo lo provechoso para ustedes ya se los he entregado”.
Tales afirmaciones muestran el acercamiento práctico del Budismo, el cual apunta a beneficiarnos en la vida real. Cuando las personas le preguntaban al Buda por qué y qué enseñaba, respondía: “Enseño porque ustedes y todos los seres buscan ser felices y tratan de evitar el sufrimiento. Enseño las cosas como son”.
Muchas escuelas se han desarrollado desde entonces a partir de sus enseñanzas, y todas tienen en común que procuran el desarrollo integral de los seres humanos. Buscan emplear en forma significativa el cuerpo, el habla y la mente, de acuerdo con lo que el Buda les recomendó. Conocer las enseñanzas del Buda es también la clave para la felicidad duradera. El Buda mismo aparece como maestro, protector y amigo de los seres. Con la ayuda de sus métodos uno puede evitar el sufrimiento, y alcanzar la felicidad permanente. Puede desarrollarse en forma cada vez más poderosa y también ayudar a los demás con esto. El concepto que mejor describe las enseñanzas del Buda (que al llegar al Tíbet hace 1000 años recibieron el nombre de Chö, y están presentes ahora en Occidente) fue elegido por él mismo hace más de 2450 años: Dharma, que significa: las cosas como son.
Fragmentos del Libro: «Las Cosas como son» – Lama Ole Nydahl
El Buda
El Buda nació en India hace 2.560 años en la familia real de una cultura altamente desarrollada. El joven príncipe gozó de circunstancias extremadamente privilegiadas y hasta la edad de 29 años, sólo había conocido placer. Dejando su palacio por primera vez, su mundo se puso al revés. Durante tres días consecutivos vio una persona muy enferma, alguien viejo y alguien que había muerto. En su reconocimiento de la inevitabilidad de la vejez, la enfermedad, la muerte y la impermanencia de todas las cosas, se puso profundamente agitado. A la mañana siguiente, pasó cerca de un yogui en meditación profunda y sus mentes se encontraron. Inspirado por esto, el príncipe entonces dejó su hogar y familia, y wandered el país en la búsqueda de enseñanzas que pudieran superar la muerte y el sufrimiento.
Él estudió con diversos maestros, pero ninguno de ellos lo podían conducirlo a su meta final/última. A la edad de 35, después de seis años de meditación profunda, realizó la verdadera naturaleza de la mente y se iluminó. Él se convirtió en despierto a la esencia de todas las cosas: el espacio que todo lo conoce y que hace todo posible, su claridad radiante que expresa de manera juguetona la riqueza de la mente, y su amor ilimitado que no obstruye nada. Durante los siguientes 45 años, el Buda enseñó los métodos para alcanzar la meta de la Iluminación a miles de estudiantes talentosos.