Budismo Camino del Diamante Perú

Tal como se muestra en muchos textos históricos y en los centros occidentales de hoy, la relación entre maestro y discípulo contiene la materia prima para un desarrollo muy grande.

Sin embargo, con frecuencia es también la base para escándalos jugosos. La necesidad de tener un maestro se incrementa con la cantidad de botones que el estudiante quiere que le opriman. Si desea simplemente una vida pacífica con poca excitación, un buen libro sobre la ley de causa y efecto puede ser suficiente. El texto «Palabras de los superiores de la orden» o las enseñanzas Theravada, contienen buenas traducciones de los consejos del Buda a las monjas, monjes y personas de esta clase.

Si la gente confía más en el espacio y quiere desarrollar una rica vida interior balanceando compasión y sabiduría, es más importante un maestro que le ayude al estudiante a evitar el sentimentalismo debido al exceso de la primera, y la rigidez a causa de exagerarse con la última. Por lo tanto, cuando el Mahayana o Gran Camino es el vehículo, su ejemplo es alabado con mucha frecuencia.

Es entonces un regalo increíble y único el ser introducido a la esencia de la mente, el experimentar al perceptor y productor de todas las cosas como la intemporal luz clara que es indestructible y que todo penetra. Debido a que la conciencia de la mente es en esencia espacio no creado, se experimenta como gozo espontáneo y auto surgido, y se expresa como amor activo orientado al futuro. Todo esto junto constituye la perfecta iluminación. Nada es más precioso que un maestro que tenga el poder de señalar esto.

En realidad, esto no es tan importante como lo otro, puesto que las religiones que no oprimen criminalmente a la mujer o mutilan a la gente son consideradas pasos necesarios para la gente que los necesita.

Lama Ole Nydahl

Esta es la razón de la importancia de un maestro realizado en el Camino del Diamante o Vajrayana. Algunas veces la transmisión es sin forma, como en el Chan chino o el Zen japonés. Algunas veces combina la visión más alta del Buda y los métodos para permanecer en el espacio gozoso al mezclarse con la mente del lama. Ambas variantes maduran al estudiante en los niveles más profundos, que van más allá de lo conceptual, y por esta razón la función del lama es esencial para las tres escuelas «viejas” o “realizadoras” del budismo tibetano. En los linajes de los «sombreros rojos”, Ningma, Sakya y Kagyu, el lama representa el refugio último, mientras que la escuela de los “sombreros amarillos” del Dalai Lama (Gelugpa o virtuosa) emplea otra visión. Debido a que el progreso en la escuela de los sombreros amarillos ocurre básicamente mediante la comprensión intelectual y el debate, el principal refugio tiene que ser el dharma, el camino del Buda.

Al seguir las enseñanzas más que la inspiración de los maestros, la meta es alcanzada con menos riesgo, pero también con menos velocidad. Así, si se juntan buenos karmas, funciona la química, y uno encontró ya un maestro en el que siente que puede confiar, ¿cómo puede convertirlo en el claro espejo que uno necesita para su propio rostro?

En primer lugar, yo aseguraría la base, me haría comprender a mí mismo lo gloriosamente que él puede brillar ahora a la luz de nuestro agradecimiento emocionado, y que son sus cualidades que van más allá de lo personal las que tienen una importancia duradera.

Si es gordo o flaco, sociable o retraído, más o menos atlético, eso no importa. Lo que nos hace crecer es la transmisión que mantiene, la corriente de experiencia transmitida por sus maestros que practicó, realizó y ahora entrega. Cuando esto se entiende bien, se puede disfrutar de la magia de la riqueza interior que uno descubre, el significado infinito que se revela.

En segundo lugar, examinará los antecedentes y la experiencia del maestro, el qué tan lejos pueda llevarlo a uno, y el ejemplo que da en el mundo. Vería qué tanto expresa mi propia ambición y potencial. Con los lamas tibetanos o butaneses esto no es tan importante. Representan de todos modos otras culturas y, entonces, habitualmente separamos el hombre del mensaje.

Pero si el maestro es de Occidente, esto se vuelve esencial. Si un occidental tiene una convicción intrépida acerca de la naturaleza de la mente que lo hace un espejo para nosotros, tenemos que mirar también su estilo. Confiar en el principio de la aguja no es, entonces, suficiente, sino que tenemos que considerar también el color y la calidad del hilo que lleva. Si factores tales como la motivación o los votos de un maestro fueran públicos y pudieran ser considerados tempranamente o durante la relación maestro/discípulo, la mayoría de los escándalos y vergüenzas que recientemente estremecieron el escenario espiritual desde Osel Tenzing pasando por Sangarakshita hasta Sai Baba hubieran podido evitarse.

De modo que las dos corrientes se tienen que juntar. Esto trae mucha madurez. Es muy necesario que el estudiante vea al maestro en un alto nivel: de no ser así, no aprenderá. Si uno piensa que el maestro no sabe nada, uno no escuchará, no pensará, no usará los métodos y no se beneficiará. De otro lado, si uno espera que su maestro monje (o monja) le remueva las inhibiciones frente al otro sexo o lo haga disfrutar de la fiesta de la vida, esto no va a funcionar.

Por lo tanto, los maestros tienen que ser abiertos desde el principio acerca de su orientación sexual, de lo que ellos sienten que pueden transmitir, y de las promesas religiosas que han hecho. Si no pueden permanecer dentro de lo que declaran, deben hacerlo público rápidamente. En las sociedades occidentales nadie se los reprochará. En realidad, a muy pocos les importa, mientras que en caso de surgir los escándalos sufrirán todos, incluyendo el propio trabajo de su vida, y más tarde el jovencito que persiguió utilizando su posición religiosa se quejará a la prensa.

En general, el budismo presenta tres clases de maestros femeninos y masculinos para los distintos tipos de estudiantes. Muy visibles, también debido a sus trajes, son los monjes y monjas con 254 y 350 cosas, respectivamente, que han prometido no hacer. El Buda creó esos votos para que se mantuvieran lejos de las tentaciones y dentro de los monasterios, y uno debe esperar que sus enseñanzas estén influenciadas por una búsqueda de paz casi a cualquier precio, y un evitar la excitación y la confrontación. Los maestros laicos visten cualquier tipo de ropa que sea útil. También construyen sociedades, forman familias, compiten con otros y protegen sus países y amigos. Debido a que se involucran con la vida, deben enfocarse más en la motivación que en la causa y el efecto, y a menudo se constituyen en excelentes ejemplos de cómo balancear la compasión por los demás con la sabiduría no sentimental que mira hacia delante. Uno puede esperar que sean expertos en la aproximación práctica a la vida, y que sean útiles en la mayoría de las situaciones. Son los pilares de la sociedad, y los monasterios viven de su apoyo. Liberar el poder de tales personas del común es el enriquecimiento grande y creciente que produce el Camino del Diamante del budismo moderno.

La tercera clase de maestros budistas, los yoguis o realizadores, también tenían una apariencia externa diferente. Usaban el pelo largo o enmarañado, vestían ropa blanca, tenían uñas extremadamente largas, etc. Por fortuna, la mayoría de estas manifestaciones externas fueron rápidamente adoptadas por diferentes grupos musicales, y los realizadores occidentales de hoy pueden, entonces, enfocarse en lo que es su (nuestra, en el caso de la mayoría de mis estudiantes y de mí mismo) contribución real: mantener la pureza de la visión del potencial de los seres y la radiante novedad de las situaciones a través de todos los eventos y cambios. Quien pueda enseñar esto a otros, les dará el más rico de todos los regalos. Así que sería muy bueno compartir este estilo de vida y esta transparencia con el maestro de uno. Pero, ¿qué pasa cuando éste no es el caso? ¿Cuántos sustentadores de las diferentes disciplinas pierden credibilidad? Hay varias formas en que los maestros pueden caer, dependiendo del nivel principal de sus promesas. Para los monjes y las monjas ocurre cuando se hace evidente que ya no son célibes. Una persona laica pierde credibilidad si se vuelve adicta, si se comporta de forma irracional en público, si se aprovecha de los demás, o si generalmente no funciona en la vida. Si los hijos mendigan o las parejas se descarrian, uno no es útil ni para los otros ni para uno mismo, y no da buen ejemplo.

Los realizadores, esto es, los yoguis, tienen el mayor margen para experimentar la plenitud de la vida y observar la mente en todas las situaciones. Mientras no se haga daño a otros, la conciencia de uno es su propio maestro, y uno goza de una gran libertad frente a las restricciones normales de la sociedad. Fiestas de toda una noche, cambios de pareja (en forma saludable), motocicletas rápidas y saltos en paracaídas están bien mientras uno pueda mantener la propia conciencia clara y aprenda acerca de la mente. En realidad, esta vía no tiene nada que ver con el libertinaje o el mal ejemplo, y el método de trascender límites para llegar a conocer la mente es la vía más rápida y peligrosa. Por lo tanto, es esencial una base segura en los dos niveles anteriores de enseñanza.

Después, uno sólo perturbará a los seres por su propio bien, y entenderá el mundo como un sueño colectivo interdependiente mientras trabaja para el beneficio de los demás.

Todo esto para los maestros. ¿Y qué debería aportar un discípulo moderno a la relación? Sobre todo madurez, una mente crítica, y el deseo de aprender para el beneficio de otros. En el Camino del Diamante el discípulo debe examinar especialmente bien al maestro, y de la comprensión de éste absorberá seguramente muchas de sus cualidades. Por lo tanto, hay que asegurarse de que el maestro sea sólido y digno de confianza a través de todo el camino. Se tiene que ser cauteloso frente a ciertos signos de debilidad que afloren más tarde y puedan destruir la actividad de una vida. Los peores son una mezcla de puntos de vista religiosos y de métodos, un doblegarse cobardemente a lo que es políticamente correcto en la actualidad, y el modificar las enseñanzas del Buda para complacer a los oyentes.

También los estudiantes deben observarse a sí mismos cuando se les enseña. A finales de los 60, cuando Hannah y yo estudiamos en los Himalayas central y oriental, el ejemplo pedagógico frecuentemente mencionado era: uno no debe ser como: (1) una taza boca abajo, ni (2) una taza agujereada, ni (3) una taza con veneno. Esto significa que mientras se aprende, uno debe: (1) estar abierto a las enseñanzas, (2) no dejarlas derramar y olvidarlas, y (3) no mezclarlas con una mala motivación, tal como el deseo de dañar a otros. Si uno decide que puede comprarle un auto usado al maestro, que uno confía básicamente en él, y quiere empezar una relación con él, éstos son puntos para tener presentes. Como ya lo mencioné antes, el punto de vista absoluto es transmitido sólo si el maestro de uno encarna ese nivel de realización. El conocimiento intelectual no es suficiente aquí.

El más grande entre las docenas de lamas altamente realizados y ahora difuntos, de los que Hannah y yo tuvimos el privilegio de aprender, fue sin duda nuestro maestro el Decimosexto Karmapa, Rangjung Rigpe Dorje. Honestamente pensamos que fue un buda. Desde 1969, cuando lo conocimos en Nepal, hasta su muerte en 1981, hizo regularmente cosas para que la gente deseara recuperar el dinero gastado en la educación, y mostró prodigios y poderes paranormales a diario. Los milagros se desvanecen, pero lo que nunca dejó de impresionarnos fue el hecho de que sucedieran en forma tan juguetona y sin ninguna clase de orgullo. Para desarrollar a los seres, los introducía simplemente en los tres aspectos del maestro. En el nivel externo inspiraba profundamente a las personas, y nos solicitó a nosotros crear centros y escribir libros para que pudieran aprender. Su poder no dejaba lugar a dudas acerca de que el lama es como la luna, reflejándose donde quiera que la apertura de los discípulos creará un charco de agua. Como maestro interno, insistía en que hubiera suficientes enseñanzas budistas (no hinduistas o de la Nueva Era) y que la gente entendiera el mundo de causa y efecto. Finalmente, el poder y el gozo que generosamente transmitía suministraban el nivel secreto de la confianza en el momento de la visión directa.

Nos impartió a Hannah y a mí la experiencia del Gran Sello (Mahamudra) en tres ocasiones, y a pesar de nuestros años hippies, tan dotados químicamente, el mensaje arraigó y la experiencia sólo ha crecido… Quizá yo pueda compensar la experiencia un día a su decimoséptima encarnación, Thaye Dorje, sobre mi motocicleta BMW. Sería un verdadero honor.

LAMA OLE NYDAHL

Traducción: Equipo de traductores de Budismo Hoy

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