Budismo Camino del Diamante Perú

El desarrollo de la mente

Por: Lama Ole Nydahl  
Publicado en: Budismo Hoy Número  N° 33

Necesitamos desarrollar la compasión y la sabiduría juntas puesto que la compasión sola nos vuelve desordenados y sentimentales y la sabiduría sola nos vuelve burocráticos y calculadores. Las necesitamos a ambas, así como necesitamos los ojos y las piernas para caminar. Necesitamos la sabiduría que ve y la motivación para ayudar a los demás. La causa de no estar iluminados es la ignorancia básica del ser humano. La ignorancia es la incapacidad de la mente de reconocerse a sí misma. Podríamos decir que la mente es como un ojo. Puede ver todo lo que está afuera, pero no puede verse a sí misma. Esta inhabilidad de la mente para verse a sí misma, el hecho de que no es consciente de sí misma, causa toda clase de problemas. El proceso es muy sencillo. Realmente lo que mira a través de nuestros ojos y oye a través de nuestros oídos es el espacio. La mente no tiene color, ni peso, ni olor, ni tamaño, ni forma. Sin embargo, aunque no hay nada que se pueda llamar “yo” o “mi”, el espacio se llama a sí mismo “yo”, y las cosas que aparecen en la mente, nuestra habilidad para entender y ser conscientes, se convierte automáticamente en algo que está afuera de nosotros. A eso lo llamamos “”, el “otro” o el objeto que puede mirarse desde muchos ángulos. Una vez tenemos estas dos cosas, un “yo” ilusorio que mira y un “tú” ilusorio que es observado, aparecen varios sentimientos básicos. Sentimos que somos menos que la totalidad y como resultado nos apegamos a lo que queremos y rechazamos lo que no nos gusta. De este apego y aversión surgen otros sentimientos, Del apego surge la avaricia, ya que queremos quedarnos con lo que nos gusta. De la aversión surge la envidia porque no queremos ver felices a los que no nos gustan, y de la ignorancia surge el orgullo, del cual hay dos tipos, Hay un orgullo que es muy inteligente. Es el orgullo incluyente, el que nos hace ver que todos somos maravillosos, Es inteligente porque significa que siempre vamos a estar en buena compañía. El mundo nos parece fresco y lleno de posibilidades. Sin embargo, la mayoría de la gente tiene un orgullo equivocado, del tipo que dice que uno es mejor que los demás. Este orgullo causa todo tipo de problemas porque siempre estamos mal acompañados, no podemos compartir nada con nadie, tenemos que examinarlo todo, hay tanto que hacer que la vida se convierte en una Disneylandia infinita.

Lama Ole Nydahl

Estos sentimientos básicos que mencionamos, incluyendo el orgullo negativo, traen consigo 84 000 combinaciones diferentes de sentimientos. Es como si los sentimientos fueran átomos o moléculas que cuando llegan a cierto nivel de complejidad se desorganizan. Mantenemos muchos sentimientos encontrados, pero cuando unos desaparecen, otros los reemplazan. El Buda afirmó que hay 84,000 diferentes tipos de sentimientos. Sin embargo, no tienen por qué ser un problema. Si entendemos que son como un mal programa de televisión, entonces no hay necesidad de ponerles atención o si vemos que son como un jardín zoológico que nos abandona, entonces podemos reírnos de la cantidad de especímenes raros que pasan y alegrarnos de que finalmente nos dejen. No tenemos que involucrarnos con los gorilas o los chimpancés, no tenemos que hacer el ridículo. Si pudiéramos ver que los sentimientos perturbadores simplemente son el juego de la mente, tener una cantidad de sentimientos sin mayor utilidad sería maravilloso. No obstante, las personas no pueden ver que ayer estaban orgullosas, hoy celosas y mañana confusas. Piensan que lo que sienten es real. Aunque diez minutos antes no estaban enfadados y diez minutos después tampoco lo estarán, en los quince que lo están hacen y dicen cosas raras que traen resultados también raros. Internamente, sienten que están atascados y esto hace que vean el mundo a través de lentes oscuros, de puntos de vista desagradables. Externamente crean enemigos que traen muchos problemas. Luego, piensan que los cactus en los que se sientan los sembraron otros y de nuevo salen al mundo y crean problemas adicionales. Esto es lo que tenemos que eliminar. Si logramos eliminar la separación entre sujeto, objeto y acción, la raíz del árbol queda cortada y toda la estructura comienza a debilitarse hasta desaparecer. Entendemos que todos nos influenciamos unos a otros constantemente, que somos parte de una totalidad, que el espacio que experimentamos como distante y separador realmente es un contenedor que está a nuestro alrededor. Todos estamos contenidos en el espacio, el espacio es lo que nos comunica, lo que hace que estemos juntos todo el tiempo, que tengamos una conexión muy estrecha. Si podemos entender esto, todo se vuelve maravilloso. Esto es lo que el Buda enseña. Los principales sentimientos perturbadores son los tres que ya mencioné: apego, aversión y confusión, los cuales nos llevan a la avaricia, a la envidia y al orgullo estúpido que nos hace pensar que somos mejores que los demás y que como resultado hace sentir a todo el mundo mal. Estos sentimientos perturbadores son como polvo o suciedad que, tratados con los métodos apropiados, pueden convertirse en diamantes o abono orgánico. Todos los sentimientos o energías, especialmente en las enseñanzas del Camino del Diamante o budismo tibetano, son realmente materia prima para lograr el estado iluminado de la mente.

Las emociones perturbadoras se pueden transformar de tres maneras distintas, de la misma manera que un boxeador tiene que estar muy pendiente de todas las opciones una vez entra en el ring.

Esto quiere decir que donde solía haber ira surge una sabiduría que es clara como un espejo; donde había orgullo vamos a poder ver las distintas condiciones de las cosas; donde había apego vamos a poder discriminar entre las cosas; donde solía haber envidia vamos a poder ver como una cosa lleva a la otra y, finalmente, donde había ignorancia habrá intuición. Todas estas sabidurías son inherentes a las emociones. Nosotros incluimos a la gente dentro de distintas familias búdicas, dependiendo del sentimiento dominante que tengan. De alguien que es especialmente furioso, decimos que pertenece a la Familia del Diamante porque va a irradiar como un diamante cuando transforme la ira. Si es especialmente orgulloso, decimos que es de la Familia de la Joya porque toda su riqueza saldrá, una vez transforme el orgullo. Si está lleno de deseos, de necesidades y expectativas, decimos que es de la Familia del Loto porque su interés en los demás lo hará capaz de ayudar a muchos seres. Si es especialmente celoso decimos que es de la Familia de la Espada porque será capaz de ver con claridad y mostrar dónde encaja todo, y si es muy confuso o poco inteligente decimos que es de la Familia del Buda porque, cuando transforme su ignorancia, manifestará un estado muy claro e intuitivo, llamado “la sabiduría que todo lo permea”. Entonces, pensar en nuestros sentimientos como materia prima para la iluminación y no como pecados es un enfoque muy constructivo y algo que alegra a la gente puesto que es una aproximación de acuerdo con la cual no tiene que negar sus propios sentimientos. Las emociones perturbadoras se pueden transformar de tres maneras distintas, de la misma manera que un boxeador tiene que estar muy pendiente de todas las opciones una vez entra en el ring. Primero, sino nos sentimos muy fuertes, recomendaría evitarlas. Realmente, les recomiendo no meterse en situaciones donde saben que van a cometer errores. Yo sé que lo que estoy diciendo no es muy heroico, pero aquí no estoy hablando de proteger a las personas de sus enemigos, sino de cómo trabajar con los sentimientos internos. Si sabemos que en determinada situación vamos a meternos en problemas, debemos evitar la situación. En su defecto, podemos dar un paseo con el perro, tomarnos una cerveza en el bar del barrio, pero, en definitiva, debemos evitar meternos en situaciones que no podamos manejar. Lo siguiente es tratar de ver la emoción como si se tratara de un sueño; ver que antes no estaba ahí y que no estará ahí más tarde. Bueno, la mayoría de las personas tienen estos sentimientos más agudos que yo, pero, en general, les recomiendo, cuando creen que tienen problemas, que miren lo que está sucediendo en África todos los días, lo que se hacen los unos a los otros, y que después piensen si realmente tienen problemas. Generalmente me dicen: «No, estos no son problemas, esto es un lujo» y casi siempre lo es. Entonces, entender que los sentimientos perturbadores desaparecen, que no se pueden quedar, que son condicionados, es el segundo nivel. También es importante sentir compasión con aquellos que no tienen la habilidad o la inteligencia para transformar sus emociones. Finalmente, hay una tercera fase, Es como dejar que el ladrón entre en una casa vacía. Suena gracioso, pero es serio. Se trata de no darles ningún tipo de importancia, honor, energía o respeto a los sentimientos perturbadores y continuar haciendo lo que tenemos frente a nuestra nariz. Mientras hacemos esto, podemos observar cómo los sentimientos aparecen y desaparecen de nuevo. Son como una representación teatral y es probable que con frecuencia digamos: “No tengo tiempo para esto. Debo hacer algo constructivo hoy”. Con esta forma de trabajar, vemos el sentimiento perturbador como un animal extraño o nos  damos cuenta de que no tenemos tiempo. Este tipo de actitud nos libera y nos ilumina muy rápido, Es lo mejor. No honren, no jueguen con sus tragedias, no se involucren. Mírenlas como animales raros. Todos los sentimientos de los que hemos hablado son condicionados, aparecen cuando distintas condiciones aparecen, cambian, y luego desaparecen cuando las condiciones cambian.

Meditación Budista

Por otro lado, existen sentimientos que no son las imágenes en el espejo sino el espejo mismo, no son las olas en el océano sino el océano mismo. También quiero mencionarlos porque son sentimientos en los que podemos confiar. Estos sentimientos, nos muestran nuestra naturaleza fundamental, algo que no podemos perder, algo en lo que podemos confiar en forma absoluta. Estos sentimientos son: primero, la ausencia de miedo que surge cuando entendemos que no somos el cuerpo que envejece y enferma, que no somos los pensamientos que vienen y van, sino que somos esa conciencia que está entre los pensamientos, detrás de ellos y que los conoce. Somos esa mente que conoce. Si entendemos que la mente no fue creada, que no puede morir ni desaparecer, la ausencia de temor perdura en nosotros. Lo siguiente es el gozo. Hay dos clases de gozo, el gozo que todo el mundo conoce, el de las situaciones placenteras que conocemos porque sabemos lo que son las situaciones desagradables, el gozo de hacer lo correcto porque sabemos lo que es equivocarnos. En estos sentimientos no se puede confiar. Sin embargo, como les decía, hay un espejo detrás de las imágenes, un océano bajo las olas y una conciencia que es consciente de lo que sucede, Esta esencia no cambia, está más allá del nacimiento y la muerte, de los ires y venires de la existencia. Es eterna y extremadamente gozosa, rica, creativa, tremendamente significativa y permanente. Al contactar esta consciencia, dejamos de ser el que va al cine y espera que den una buena película y nos convertimos en el dueño de la sala. Ya no importa qué película presentan, qué pensamientos, qué sentimientos o qué está sucediendo porque todo se vuelve inmensamente interesante, significativo. Todo el tiempo estamos viendo la maravilla que es la mente, todo lo que puede hacer, cómo. juega todo el tiempo, cómo siente esto y lo otro, cómo puede experimentar tantas cosas. Esto es el otro tipo de gozo que no se pierde nunca porque la claridad de la mente, su capacidad de experimentar siempre está ahí… Finalmente, la compasión también es absoluta porque solo tiene una causa, y es que la mente es ilimitada. Cuando la mente experimenta esto cada vez más y más, cuando sabemos que somos como los demás, que todos queremos la felicidad, que queremos evitar el sufrimiento, que nos portamos bien cuando nos sentimos bien, que nos ponemos difíciles cuando nos sentimos mal, esto nos da mucha compasión porque ya no podemos separar nuestra propia felicidad de la felicidad de los otros… Claro está que en nuestra sociedad valoramos a la gente por su inteligencia y, obviamente, hay gente que tiene más facilidad para las abstracciones, pero, al mismo tiempo, si miramos todo lo que la mente puede hacer, vemos que no hay límite. Hay pensamientos, luego sueños, memorias… Lo que la mente puede hacer no tiene fin… Entonces, comenzamos a sentir que somos parte de una totalidad, que los demás son básicamente iguales a nosotros y por eso somos compasivos. Estos tres estados, la ausencia de miedo, que es el conocimiento de que la mente es espacio; el gozo que surge de ver su naturaleza juguetona y la compasión que la mente expresa en forma poderosa, son cualidades absolutas de la mente que siempre están ahí. Ya no son solo imágenes bonitas sino sitios donde el espejo se ha limpiado y empieza a brillar.

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